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Sinopsis Aulas en Penumbras: Estudiantes secundarios y su resiliencia

Un documental que muestra el empeño de estudiantes secundarios chilenos exigiendo igualdad y dignidad, una muestra del abandono y resiliencia.

«…cuando se lee poco, se dispara mucho…» Calle 13

Dirección, guión y producción: Víctor Gomez y Pablo Villagra

Producción: Carolina Espinosa

Cámara y Sonido directo: Víctor Gómez y Pablo Villagra

Edición y montaje: En la quebrá del aji.tv

Asistente producción: Gonzalo Rodriguez

Entrevistados:

Eduardo López
Presidente Centro de Alumnos Liceo Frías Valenzuela, La Granja.

Alfredo Bielma
Vocero ACES

Tania
Vocera Liceo Técnico Clelia Clevis Dinator.

Cristóbal Espinoza
Vocero Centro de Alumnos Liceo A90, San Miguel.

Felipe Aceituno
Vocero Liceo Amunátegui, Santiago Centro.

PORFIA2 HECHOS PRODUCCIONES

EL IRREVERENTE: http://www.elirreverente.cl

La llegada César Barros a La Polar: La Caída del Halcón Naranja

Por Héctor Kol (Blog)

Algunos de mis amigos y cercanos me han hecho sentir como si estuviera faltando a una obligación al no referirme a la partida de César Barros desde las vísceras de la “exitosa” Industria Salmonera y su arribo a la no menos “exitosa” empresa del retail LA POLAR.
Debe ser porque alguna vez el reconvertido dirigente señaló a sus cercanos que yo era el principal enemigo de la Industria tóxica a la que él le prestaba servicios distinguidos.
Cualquiera podía ser enemigo de una industria que violaba las normas que ella misma escribía y las leyes que promulgaba la Bancada Salmonera que encabezaba el ahora ECO-SENADOR Horvath. No hay mérito alguno en ser enemigo de una industria que vivió de los subsidios estatales y de la explotación laboral y de la Naturaleza. Es una obligación serlo.
Pero es verdad. No había querido referirme a esa pérdida de categoría del ilustre sofista y dirigente de Colo Colo porque entiendo este cambio de trinchera como un descenso, algo parecido a lo que le ocurrió a River Plate de Argentina gracias a los “exitosos” dirigentes que se hicieron cargo de esa tremenda institución deportiva.
Con su partida a LA POLAR, César se fue a la “B”…
En efecto, César Barros llega a LA POLAR para convencer a apenas 420 mil personas de que el negocio es “exitoso” y que las repactaciones unilaterales de deudas, donde el que debía 100 quedó debiendo 500 o más, es parte de ese éxito. No por nada, hasta antes del escándalo denunciado por el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC) a principios de Junio, LA POLAR era una empresa “top ten” entre las acciones mejor transadas en la Bolsa de Valores de Santiago, donde pululan los expertos y doctorados en las nuevas Ciencias Ocultas: las Ciencias Económicas…
En sólo una semana, las acciones de LA POLAR habían caído en un 70% su valor especulativo. No es que hayan desaparecido el 70% de los refrigeradores de LA POLAR, ni el 70% de las cocinas a gas, ni el 70% de las estufas ni el 70% de los vendedores ni similar porcentaje de sus graciosas promotoras. Lo que desapareció fue el 70% del valor inventado por los economistas imitadores del Mago Merlín.
¿Qué tiene de mérito hacerse cargo de esa tarea cuando acá, en todo el Mar Austral, César Barros se hizo cargo de otro fraude, el de la Industria Salmonera, convenciendo a MILLONES de personas (y no sólo a miles) respecto del “éxito” de una Industria que nunca tuvo posibilidades de triunfar y que terminó devorada por piojos, bacterias, hongos y virus?
¿Qué mérito puede tener si llega a convencer al Director del SERNAC para que retire las demandas que ha presentado contra sus ahora empleadores, si durante 4 años mantuvo “viva” a una Industria que desapareció en el año 2007 y convenció a un Gobierno SOCIALISTA y al Cappo di Tutti del Partido gobernante, al Senador Camilo Escalona, que Privatizar el Mar Austral chileno para pagarle las deudas a las salmoneras noruegas, españolas y japonesas, era el re-inicio del “éxito” perdido?
En consecuencia, César Barros ha perdido masividad. De venderle la pomada (o la pescada, más bien) a 17 MILLONES de chilenos, ahora la venta se la hará apenas a 400 mil y fracción, incluido a Jorge Zabaleta, el actor “rostro” de la multi-tienda que quizás alcanzó a cobrar su sueldo antes de la debacle.
Pero, ¿cuáles serán las funciones de César Barros en LA POLAR?
Quizás, evitar que al Estado se le ocurra poner nuevas regulaciones a la industria del retail para que a sus clientes les roben menos. Si así fuera, César Barros necesitaría de la colaboración de al menos la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados y de la de Hacienda del Senado.
¡Eso es pan comido para el auto-designado Fundador de Puerto Montt y Descubridor de Chiloé!
Para evitar que el Estado se pusiera serio y racional en relación a la Industria Salmonera, Barros siempre contó con la colaboración del parlamento completo. En primera votación de la Ley de Privatización del Mar, los salmoneros obtuvieron, en la Cámara Baja, 92 votos a favor de sus intereses. Los que nos oponíamos a eso… apenas logramos UNO, el de René Alinco, ahora reconvertido a Diputado por Hidroaysén.
Y en la “nueva” regulación a la Industria salmonera, el éxito fue total: de las 54 propuestas que hizo Salmon-Chile (liderada por Barros) a una Mesa Salmonera de Trabajo, la agencia publicitaria impuso 48… y se trajo al Coordinador de esa Mesa a trabajar a AQUACHILE… Eso se llama quedarse con pan y pedazo.
Por eso, que César se vaya vender otras pomadas cuando en esta pomada salmonera evidentemente tuvo un éxito real, es una pérdida para el país.
Porque este país vive de inventos, de creerse el cuento del liderazgo, de que “curado manejo mejor” y de que Hidroaysén es necesario para el “desarrollo”; de que Arturo Martínez (el César Barros de la CUT) es Socialista y de que a los salmones se les puede alimentar con levaduras y criar en balsas-jaulas de cobre … De eso vive y de eso se reproduce este país. De fantasías.
LA POLAR es una tienda del retail, es decir, de las que compran barato y venden caro, donde comprar al contado SALE MÁS CARO que comprar a crédito y donde el vendedor gana un 2% de comisión si te entrega el televisor fiado y sólo un 1% si se lo pagas al contado… ¿En qué otro país algo tan ridículo y tan irracional puede ser legal?…Sólo en un país donde se privatizó el mar. En este país.
Y por otras características históricas de lo que es el retail es que me atrevo a decir que la pérdida de categoría del ilustre personaje en comento es total.
El retail se puede considerar la actividad heredera del antiguo “semanero”, un personaje popular que con un carro o una camioneta recorre o recorría los barrios pobres para entregar artículos de línea blanca o ropas que se cancelaban en cuotas semanales con un pequeño interés.
Ahora los “semaneros” atienden en malls y shopping centers, donde pagan arriendos por metro cuadrado edificado… tal como las salmoneras pagaban el uso del mar de todos los chilenos: por metro cuadrado. Que los salmoneros en realidad ocuparan metros cúbicos, es sólo un detalle. En el Parlamento chileno sólo se sabe multiplicar el largo por el ancho… y las leyes, a lo más, tienen dos dimensiones…
El semanero era un “matutero” por excelencia, trayendo artículos importados de mala calidad que sólo por ser extranjeros eran codiciados por los pobladores pobres… tal como los salmones: extranjeros y de mala calidad, llenos de microbios y tráfico de influencias.
El semanero nunca pagaba impuestos… A los salmoneros ni siquiera se los cobran: toda la vida trabajaron a pérdida…
El semanero va a desaparecer…los salmoneros también.
Y entonces es cierto. César Barros parece pintado para los neo-semaneros; ambos fraudes tienen características casi hermanas, son empresas o industrias que viven de la publicidad que además descuentan de sus impuestos (si es que los pagan) y Barros ha sido un ejemplo de eficiencia en revivir muertos a punta de AQUA.cl o de MUNDO ACUÍCOLA.
Pero las diferencias tampoco son menores: hay una cuestión de estilo de por medio
No es lo mismo vender estufas que filetes de salmón… aunque las estufas existan y los filetes no… Pero cuando se trata de una fantasía, por lo menos que esta tenga un toque de distinción y de humor.
Y en ambas facetas… te extrañaremos, César.
Extraido de Sin Represas… Sin Salmoneras
Título Original: «La Caída del Halcón Naranja»
Por Colaborador @ginniasa

¿Porqué, porqué los ricos, tienen derecho a pasarlo tan bien?

por Karen Hermosilla (Blog Personal)

“¿Porqué, porqué los ricos ?/¿ Porqué, porqué los ricos?/Tienen derecho a pasarlo tan bien/tienen derecho a pasarlo también” se preguntaba Jorge Gonzalez, siendo que “son tan imbéciles como los pobres”. Una respuesta que se explica bastante fácilmente. Tienen plata, tienen poder, tienen un discurso hegemónico que incluso incluye la enseñanza de la humildad y la austeridad.

El periódico digital que mantienen entre sus filas de opinión a Teresita Marinovic y que se sustenta con la campaña mediática de Hidroaysén, nos vino a enterar del opulento mitting de la CUT en el nuevo espacio de la Piedra Feliz, recinto que la wiskyizquierda visita con gran asiduidad para dejar de lado esa también tan criticada tendencia a la victimización y resentimiento que aqueja a los otrora upelientos.
Entonces ardió Troya, y hasta la Ministra del Trabajo pidió explicaciones de dónde venían esas platas, porque no puede ser que un roto venga a Valparaíso y frente al mar coma rico junto a sus compañeros, que a todo esto según la periodista eran 6, o sea la comida era más cara que en el Marriott – y entonces en mi opinión a los que hay que castigar por usureros es a los empresarios del local-, pero ahora se dice que eran 36, por lo tanto la cuenta por cada uno no era nada de tan escandalosa, salvo porque estos piojentos, pobres porque son flojos, reciben remuneraciones reguleques de veras, y a lo único que están destinados es a comer sopaipas con mostaza en algún carrito cunetero.

El principio básico del libre mercado y del capitalismo es que uno hace lo que quiera con su dinero, para eso trabaja y suda la gota gorda. Lo puede gastar en drogas, en putas, en comida, guardarlo bajo el colchón, comprarse ropa, libros, un perrito, o simplemente donárselo a algún desafortunado. Incluso en las parejas existe un cierto acuerdo que hay recursos de uso exclusivo. Entonces, porque, porque los sapos tenemos derecho a pedir explicaciones?
Acá lo feo es que mientras los dirigentes se pegan la panzá, en la calle se marcha por mejorar las condiciones que permitan sobrevivir, y vivir ojalá dándose algunos gustitos, aunque sea de cuando en vez.
Pero eso siempre ha ocurrido. Mi compañero Jara reunía a las tropas y las enviaba a combatir cuerpo a cuerpo afuera de la UPLA, por mientras como tal Comodoro observaba en la vereda de al frente. Así funcionaba la orgánica procedimental de la Jota y de Jara, con cuadros y escalafones.
Eso es quizás lo que debería molestar. La réplica del poder que tanto oprime en todo los niveles. Sin embargo, en este caso, quizás los compañeros de la CUT no tenían una oportunidad tan inmejorable como ésta para disfrutar las bondades del litoral, sobretodo en el marco de un lugar cargado de imágenes alusivas a la lucha. Porque beberse un wisky en el Salón Rojo de la Piedra Feliz, parte del edificio que congrega a Zamba y Canuta, todas verdaderas piezas de arte del carrete revolucionario, es como estar en el fragor de la batalla.
Además, hay gente que es gente y que tiene a la centolla, a la langosta y al wisky etiqueta negra en el refri, cual camarón de río y garrafa de pipeño. Nadie se mete a sus estupendas mansiones, o a sus estilosos deptos, ni a sus refris, ni a sus cuentas de Restorante, lugar obligado diariamente.
¿Qué acaso la comida es un fruto prohibido para los del populacho? Que acaso no puede uno gastarse 15 luquitas en un almuerzo que planifique el gran asalto al poder para que todos sin distinción de clases podamos pasarlo tan bien?
Esa es la bronca. La bronca es que podamos ser felices, que tengamos el paladar igual de fino, y los deseos igual de activos, que aquellos que se creen “superiores” en el más absurdo arribismo humano, ese que deja en claro quiénes son los verdaderos resentidos.

Extraido de «A las mujeres no hay que creerles ni la verdad» eso lo dijo Pinochet
Título Original: «El Fruto prohibido»

He decidido enfrentar la realidad…

Anonymous lanza respuesta a monitoreo de las redes sociales

El colectivo de activistas cibernéticos Anonymous reveló por medio de un comunicado que ya tiene planeada una respuesta de cara al anuncio del monitoreo de las redes sociales que inicio el actual gobierno chileno. La iniciativa del grupo fue denominada «Operación Andes Libre».
Por Colaborador @pameazocar

Mientras unos aspiran… otros expiran…

Las puertas abiertas de las universidades públicas

por Juan Guillermo Tejeda * (El Mostrador)
Una acción recurrente de las movilizaciones de estudiantes de universidades públicas es la toma. Normalmente por la noche, un grupo de treinta o cincuenta estudiantes se hace del control de los accesos de un inmueble o campus, se levantan barricadas, aparece una cadena con candado en la puerta y se despliegan unos letreros de tipografía apresurada y ruda. El local está en toma.
Ya no mandan las autoridades legalmente constituidas, es decir el Rector, Decano y Directores. Las clases y demás actividades se suspenden indefinidamente, la gran mayoría se van deprimidos a sus casas, y los jóvenes insurrectos disfrutan del espectáculo de ver a unos pocos viejos profes vagando desolados por las afueras. Es para ellos emocionante. La toma aparece a veces en los medios, muchas veces no, aunque dure meses. Los recursos administrativos o legales con los que cuenta la autoridad para hacer frente a una toma son a veces vagos, a veces desproporcionados. Y la comunidad universitaria, hay que decirlo, ha tenido una extraña blandura conceptual en este tema, una confusión un poco boba, a veces irresponsable, que confunde la disfuncionalidad con el progresismo. De tal manera que la situación se estaciona en una nada flotante.
Se trata, con las tomas, de una performance y de una suspensión brusca de la normalidad para presionar a que ocurra algo más justo. Desafortunadamente hoy en día casi siempre quienes pueden hacer que ese algo más justo ocurra no son las autoridades universitarias. El Gobierno actual está más bien a cargo de que le vaya bien a las universidades privadas, y mal a las públicas.

Las tomas contradicen fácticamente el discurso oficial de las universidades públicas: candados en lugar de puertas abiertas, gobierno de un grupo indeterminado, irresponsabilidad con los compromisos académicos contraídos con terceros, falta de respeto a quienes siendo de la casa se les impide el paso, etc. La gente sabe que hay una protesta justa detrás, pero también tiene la sensación de que en todo eso hay dispendio de recursos públicos e ingobernabilidad.
Con todo, las tomas son populares. Muestran el poder juvenil. Llevan consigo una gran carga emotiva y, en ocasiones, replican sucesos de dura lucha en contra del abuso. Arrastran un aroma. Nos disgustan, sí, pero nos gustan. Somos todos un poco parte de esa confusión.
La historia de las tomas se remonta en Chile y en Santiago a los años cincuenta y sesenta, cuando el flujo de gente del campo llegaba a la periferia de las grandes ciudades. Eran familias desesperadas que buscaban sustento y una vida digna. Los gobiernos de entonces los desalojaban con los Carabineros, a veces había balazos, cargas, heridos y muertos. Gracias a esas tomas realmente heroicas miles de pobladores lograron finalmente un trozo de tierra para vivir.
En las universidades también cundía el malestar. El 11 de agosto de 1967 los estudiantes de la Universidad Católica liderados por su Presidente Miguel Ángel Solar se toman la Casa Central y cierran las puertas con una cadena, todo ello después que el 79,3% de los alumnos pidiera un cambio de Rector en un plebiscito. El diario “El Mercurio” critica a los audaces jóvenes, y estos como respuesta despliegan en el frontis un enorme letrero en que se podía leer: “Chileno: El Mercurio Miente”. Para muchísimos fue realmente un agrado profundo ver aquello. Ocho meses después, a partir de mayo de 1968, las tomas se multiplican en las universidades europeas y norteamericanas, y finalmente en todo el mundo.
La toma es un recurso extralegal, pero que cuando logra leer adecuadamente el estado de las cosas inaugura una nueva fase de legalidad, sobre todo si presiona a quienes pueden decidir y se hace con un apoyo explícito de los interesados.
Durante los años revueltos de nuestra vida política, entre 1965 y 1973, menudearon las tomas de terrenos, predios agrícolas, industrias, colegios, universidades e incluso carreteras. La toma se consolidó como un arma revolucionaria, al poco tiempo también contrarrevolucionaria y finalmente, degradada por su uso continuo, deja de producir otro efecto que el de la intoxicación paulatina de la vida civil. Las autoridades cada vez mandaban menos, la ley se debilitaba, y el país se deslizó por la imparable pendiente de los hechos rudos: paros, marchas, tomas, desalojos, atentados, financiamiento de potencias internacionales a grupos desestabilizadores, uso de la ley para obstruir lo que la propia ley mandaba, conspiraciones, ministros militares, milicias, salida de los uniformados a la calle para “patrullar”, y por último el golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Entre agosto y octubre de 1987, y en dictadura, los académicos y estudiantes de la Universidad de Chile enfrentan valientemente mediante paros y tomas las pretensiones del Rector Designado José Luis Federici de aplicar un “Plan de Racionalización Universitaria” que en la práctica significaba la destrucción integral de la institución. El movimiento fue exitoso y marcó, además, un punto de inflexión en la lucha nacional en contra de Pinochet, desembocando en el Plebiscito de 1988.
Las tomas que ha habido más tarde han conseguido muy poco, más bien han sido un acompañamiento del progresivo desinterés del Estado y de los ciudadanos por sus universidades.
Es que los poderosos, leyendo correctamente la cambiante realidad, han encontrado la manera de sortear el escollo de huelgas y tomas, desmaterializando el aparato productivo y de servicios. Técnicamente, un paro o una toma no significan hoy gran cosa en un mundo donde las contrataciones temporales, las redes sociales o no sociales, el outsourcing y los flujos digitales llevan la delantera. Los gobiernos orientan la política estatal de universidades no en base a la oferta (financiar a las universidades públicas) sino a la demanda (dar plata a las personas para que compren su educación en el mercado). Es un modo de desmantelar el Estado, canalizar los recursos públicos a los privados y fortalecer el neoliberalismo duro. En este contexto, un local universitario tomado no representa nada precioso para el ministro de turno ni tampoco para los ciudadanos-consumidores (así estamos), que se decantan por otras ofertas más apetecibles.
Hay, pues, tomas y tomas, de las buenas y de las añejas. Algunas son saludables, abiertas, leen bien el contexto, integran a la comunidad universitaria, y se orientan a presionar a quienes deben tomar las decisiones. Otras, pese al entusiasmo de los participantes, resultan excluyentes, difusas, estériles, y el pago diferido de sus costos dura demasiado tiempo.
El movimiento actual por la educación pública tiene muchos componentes modernos, globales, y algún resto de empanada nostálgica. Una buena protesta ataca a quienes necesita atacar, emplaza a los que corresponde, es elástica, imaginativa, entusiasma, suma fuerzas y avanza sin grandes contradicciones.
Lo cierto es que defender hoy a las universidades públicas significa a la vez saber cuidarlas y saber resistir las presiones destructivas del poder económico y político. Los luchadores aguerridos a los que no les importa cuidar o descuidar a la universidad en medio de la lucha recuerdan a esa presunta madre de un niño que se lo disputaba con otra, y ella tironeaba rudamente del pequeño en tanto que la auténtica mamá prefirió soltarlo para no desmembrarlo. Era uno de esos cuentos un poco moralistas de Bertolt Brecht. Confía uno en que alguien que ama a su universidad y la siente suya no querrá desmembrarla.
En estos días, quienes estamos por las universidades públicas queremos no sólo protestar y salvar quizá algo de lo que tenemos. Aspiramos a algo más: a ponerlas como un ejemplo, como un modelo de funcionamiento de la educación superior, que se basa en el amor por el conocimiento, el respeto por las personas, la sintonía con los ciudadanos, una actitud crítica y dialogante, todo ello lejos de lucro y del negocio rápido. Con enormes dificultades hemos sobrevivido, pero los valores siguen más vivos que nunca.
Las universidades públicas no son un cacho. Son una pieza vital del desarrollo, cumplen un rol que ningún otro agente público o privado puede cumplir. Por eso hay que duplicar o triplicar el gasto estatal para normalizarlo a los niveles de los países de nuestro entorno o a los que admiramos, destrabar administrativamente el sistema, fortalecer las universidades públicas existentes y crear nuevas allí donde haga falta. Tal cosa pasa por despedirse ya del neoliberalismo ciego y establecer un modelo con un compromiso mucho más grande por parte del Estado, es decir, de los ciudadanos que están detrás. Con ellos estamos dialogando en cada una de nuestras acciones.
Para lograrlo, las universidades públicas están obligadas a generar confianza. Eso se logra practicando cada día lo que se predica. Es decir, manteniéndose operativas como centros avanzados de vida académica, y plantando cara con firmeza en la arena pública a quienes pretenden disolverlas o convertirlas en un nuevo negocio.
Podemos inventar mil modos diferentes de protestar y de liderar la rectificación que hace falta en educación, pero en el caso de las universidades públicas ponerle candados a las puertas y basurear las fachadas es un recurso extremo, que contradice su núcleo más profundo: las puertas abiertas, el pluralismo.
(*)Artista visual. Académico de la Universidad de Chile.
Extraido de El Mostrador

¡Indignate! de Hessel: Crear es Resistir, Resistir es Crear

por Carlos Espinoza

Redactor de la Declaración de Derechos Humanos, Hessel luchó en la Resistencia contra el régimen nazi. El año pasado publicó «Indignez-vous», ya ha vendido más de un millón de ejemplares y en las concentraciones españolas se exhiben imágenes con su rostro. Presentamos fragmentos escogidos de su texto, que ayudan a entender los recientes movimientos ciudadanos.

Stéphane Hessel nació en Berlín en octubre de 1917, pero vive desde los 7 años en París. Es hijo de Franz Hessel, un destacado intelectual alemán de principios del siglo XX. Sus padres vivían en un entorno culto y eran amigos de Picasso, Duchamp y Walter Benjamin. Se dice que el affaire de su madre con el escritor y art dealer Henri-Pierre Roché habría inspirado la película «Jules et Jim» de Truffault.

Es que la vida de Hessel da para una novela. En 1940 se rebela contra Petain, se une a la Resistencia francesa y se pone bajo las órdenes del general De Gaulle en Londres. Trabaja como espía en Francia y es apresado por la Gestapo en 1944. Es torturado y escapa de la muerte en Buchenwald al cambiar su identidad por la de otro encarcelado. Tras la guerra se convierte en diplomático, colabora con las Naciones Unidas y forma parte del equipo redactor de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en 1948. Más tarde llamó la atención sobre la causa palestina y viaja varias veces a Gaza.

Escrito a los 93 años, su breve manifiesto «Indignez-vous» -que muchos califican de «panfleto»- fue publicado el año pasado en Francia por la minúscula editorial Indigène y se convirtió sorpresivamente en un bestseller. En español, la versión editada por Debate tiene un prólogo del escritor ibérico José Luis Sampedro, titulada «Yo también». Una serie de países europeos se aprontan a traducirlo y está en curso su publicación en Estados Unidos y China.

En su manifiesto, Stéphane Hessel recuerda que «el motivo de base de la Resistencia era la indignación» y llama a las jóvenes generaciones a tomar el relevo a través de la resistencia pacífica. «No me sorprende que la palabra ‘indignaos’ haya sacudido las cabezas: es una palabra muy política en el contexto actual. Los pueblos se sienten dirigidos de forma imperfecta por sus gobernantes y quieren una renovación de la democracia», subraya Hessel desde Berlín.

Fuente de inspiración de un movimiento ciudadano nacido en España, también expresa su confianza en la juventud española y «en su forma de comunicarse y movilizarse», como la masiva acampada en la madrileña Puerta del Sol, autodenominada «Los indignados», en referencia a las palabras de Hessel.

Aunque aclara que «no he recibido ningún mensaje de ellos directamente, constato que muchos tienen el librito. En España ha sido traducido a las cuatro lenguas: castellano, catalán, vasco y gallego», precisa Hessel. En la ciudad de Figueras (Cataluña) «vimos una foto gigante de Stéphane Hessel junto a la de Gandhi en la plaza donde se ven reunidos los jóvenes contestatarios», explica Jean-Pierre Barou, uno de los responsables de la editorial Indigène.

«No esperaba participar en este despertar de los apartados de la sociedad y no siento un orgullo personal. Pero constato con mucha satisfacción que el mensaje que intenté transmitir ha recibido el apoyo de los jóvenes europeos», asegura Hessel.

Según él, el movimiento ciudadano que se está extendiendo por otras ciudades europeas «es por supuesto una consecuencia de la primavera árabe que tendrá repercusiones en otros países, en particular en España, pero no sólo allí».

«Mi mensaje a esta juventud es el siguiente: estén atentos a todo lo que ponga en riesgo o pueda perjudicar el buen desarrollo de la democracia. Respeten los valores de la Resistencia: el respeto hacia el más débil y el rechazo a dejarse manipular por las fuerzas del dinero», dice el autor de «Indignez-vous!».

Según el New York Times, el manifiesto ha sido criticado por ser simplista, carecer de valor literario y limitarse a criticar el statu quo . De acuerdo con el filósofo francés Luc Ferry, la indignación es el último sentimiento que necesita Francia hoy. «Se aplica sólo a los demás, nunca a uno mismo y la verdadera moralidad comienza con las exigencias que la persona se formula a sí misma».

También se ha acusado a Hessel de antisemita, lo que él niega con vehemencia. Mientras tanto, «Indignez-vous», sigue esparciéndose por el mundo a una velocidad insospechada.

(Myriam Chaplain Riou, AFP)

Fragmentos escogidos del libro

Noventa y tres años. Es la última etapa. El fin no está lejos. Qué suerte poder aprovecharla para recordar lo que ha servido de base a mi compromiso político: los años de resistencia y el programa elaborado hace 70 años por el Consejo Nacional de la Resistencia. A Jean Moulin le debemos, dentro del marco de este Consejo, el agrupamiento de todos los componentes de la Francia ocupada, los movimientos, los partidos, los sindicatos, con el fin de proclamar su adhesión a la Francia combativa y a su único jefe reconocido: el general De Gaulle. Desde Londres, donde me reuní con el general De Gaulle, en marzo de 1941, me llegó la noticia de que el Consejo había puesto en marcha un programa (adoptado el 15 de marzo de 1944) que proponía para la Francia liberada un conjunto de principios y valores sobre los que se asentaría la democracia moderna de nuestro país.

Estos principios y valores los necesitamos hoy más que nunca. Es nuestra obligación velar todos juntos para que nuestra sociedad siga siendo una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos, y no esta sociedad de indocumentados, de expulsiones, de sospechas con respecto a la inmigración; no esta sociedad en la que se ponen en cuestión las pensiones, los logros de la Seguridad Social; no esta sociedad donde los medios de comunicación están en manos de los poderosos. Todas estas son cosas que habríamos evitado apoyar si hubiéramos sido verdaderos herederos del Consejo Nacional de la Resistencia.

A partir de 1945, después de un drama atroz, las fuerzas internas del Consejo de la Resistencia se entregan a una ambiciosa resurrección. Se crea la Seguridad Social como la Resistencia deseaba, tal y como su programa lo estipulaba: «un plan completo de Seguridad social que aspire a asegurar los medios de subsistencia de todos los ciudadanos cuando éstos sean incapaces de procurárselos mediante el trabajo»; «una pensión que permita a los trabajadores viejos terminar dignamente su vida». Las fuentes de energía, electricidad y gas, las minas de carbón y los bancos son nacionalizados.
El programa recomendaba «que la nación recuperara los grandes medios de producción, fruto del trabajo común, las fuentes de energía, los yacimientos, las compañías de seguros y los grandes bancos»; «la instauración de una verdadera democracia económica y social, que expulse a los grandes feudalismos económicos y financieros de la dirección de la economía». El interés general debe primar sobre el interés particular, el justo reparto de la riqueza creada por el trabajo debe primar sobre el poder del dinero. La Resistencia propone «una organización racional de la economía que garantice la subordinación de los intereses particulares al interés general y que se deshaga de la dictadura profesional instaurada según el modelo de los Estados fascistas», y el gobierno provisional de la República toma el relevo.

Una verdadera democracia necesita una prensa independiente; la Resistencia lo sabe, lo exige, defiende «la libertad de prensa, su honor y su independencia del Estado, de los poderes del dinero y de las influencias extranjeras». Esto es lo que, desde 1944, aún indican las ordenanzas en relación a la prensa. Ahora bien, esto es lo que está en peligro hoy en día.

La Resistencia llamaba a la «posibilidad efectiva para todos los niños franceses de beneficiarse de la mejor instrucción posible», sin discriminación; ahora bien, las reformas propuestas en 2008 van contra este proyecto. Jóvenes profesores, a los cuales apoyo, han peleado hasta impedir la aplicación de estas reformas y han visto disminuidos sus salarios a modo de penalización. Se han indignado, han «desobedecido», han considerado que estas reformas se alejaban del ideal de la escuela republicana, que estaban al servicio de la sociedad del dinero y que no desarrollaban suficientemente el espíritu creativo y crítico.

Es la base de las conquistas sociales de la Resistencia la que hoy se cuestiona.

El motivo de la resistencia es la indignación

Se tiene la osadía de decirnos que el Estado ya no puede asegurar los costes de estas medidas sociales. Pero cómo puede faltar hoy dinero para mantener y prolongar estas conquistas, cuando la producción de la riqueza ha aumentado considerablemente desde la Liberación, periodo en el que Europa estaba en la ruina, si no es porque el poder del dinero, combatido con fuerza por la Resistencia, no ha sido nunca tan grande, tan insolente y tan egoísta con sus propios servidores, incluso en las más altas esferas del Estado. Los bancos, una vez privatizados, se preocupan mucho por sus dividendos y por los altos salarios de sus dirigentes, no por el interés general. La brecha entre los más pobres y los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda del dinero tan apasionada.

El motivo principal de la Resistencia era la indignación. Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a vivir y transmitir la herencia de la Resistencia y de sus ideales. Nosotros les decimos: tomad el relevo, ¡indignaos! Los responsables políticos, económicos e intelectuales, y el conjunto de la sociedad no deben dimitir ni dejarse impresionar por la actual dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia.
Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso.
Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y
comprometidos.
Volvemos a encontrarnos con esta corriente de la historia, y la gran corriente de la historia debe perseguirse por cada uno. Y esta corriente nos conduce a más justicia y libertad; pero no a la libertad incontrolada de la zorra en el gallinero. Estos derechos, recogidos en 1948 en un programa de la Declaración Universal, son universales. Si conocéis a alguien que no los disfruta,compadecedlo, ayudadle a conseguirlos.

(…)

La no violencia, el camino que debemos aprender a seguir

Estoy convencido de que el futuro pertenece a la no violencia, a la conciliación de las diferentes
culturas. Por esta vía, la humanidad deberá franquear su próxima etapa. Y aquí coincido con Sartre: uno no puede excusar a los terroristas que arrojan bombas, pero puede comprenderlos. Sartre escribió en 1947: «Reconozco que la violencia bajo cualquier forma que se manifieste es un fracaso.
Pero es un fracaso inevitable porque estamos en un universo de violencia. Y si es verdad que el recurso a la violencia hace que la violencia corra el riesgo de perpetuarse, también es verdad que es el único medio de hacerla cesar». A lo que yo añadiría que la no-violencia es una manera más segurade hacerla cesar. No se puede apoyar a los terroristas como Sartre lo hizo, en nombre de ese principio, durante la guerra de Argelia, o a propósito del atentado de los juegos de Munich, en 1972, cometido contra atletas israelíes.
No es eficaz, y Sartre mismo acabará por preguntarse al final de su vida por el sentido del terrorismo y a dudar de su razón de ser. Decirse «la violencia no es eficaz» es más importante que saber si se debe condenar o no a aquellos que la utilizan.

El terrorismo no es eficaz.

En la noción de eficacia, es necesaria una esperanza no-violenta. Si existe una esperanza violenta es la de la poesía de Guillaume Apollinaire: «Que l»esperance est violente»; no en política. Sartre, en marzo de 1980, tres semanas antes de morir, declaraba: «Hay que intentar explicar por qué el mundo de hoy, que es horrible, no es más que un momento en el largo desarrollo histórico, que la esperanza ha sido siempre una de las fuerzas dominantes de las revoluciones y de las insurrecciones, y cómo todavía siento la esperanza como mi concepción del futuro».

Hay que entender que la violencia vuelve la espalda a la esperanza. Hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no-violencia. Es el camino que debemos aprender a seguir. Tanto por parte de los opresores como por parte de los oprimidos, hay que llegar a una negociación para acabar con la opresión; esto es lo permitirá acabar con la violencia terrorista. Es por eso que no se debe permitir que se acumule mucho odio.

El mensaje de alguien como Mandela, como Martin Luther King, encuentra toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las ideologías y el totalitarismo. Es un mensaje de esperanza en la capacidad que tienen las sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es necesario basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de estos derechos.

(Traducción de María Belvis Martínez García)

Extraido de YANKY……Carlos Espinoza Jara
Título Original: «¡Indígnate!», el manifiesto de Stéphane Hessel que inspira las protestas en España, llega a Chile.

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Educación: Fin al lucro

por Nicolás Grau (El Post)
La consigna de fin al lucro ha estado presente en cada una de las movilizaciones sociales de los últimos años, tanto en el ámbito escolar como en el universitario. Frente a tal demanda, la respuesta de las autoridades y “expertos” (tanto de derecha como del sector que ha dominado el debate educacional en la Concertación) ha sido: el lucro no es el problema, si lo que importa es la calidad de las instituciones, no nos debería importar si estas lucran o no, la demanda por el fin al lucro es netamente ideológica.
Cabe notar que en este tipo de respuestas el adjetivo ideológico tiene una connotación negativa, equivalente incluso a la ausencia de argumentos serios. Habría que preguntarse por qué realizar una crítica desde una visión general, comprehensiva y coherente de cómo queremos vivir (esto es, desde una perspectiva ideológica) constituiría una debilidad de la crítica. Me imagino que aquello se debe a que se espera que los individuos discutan en nuestra democracia desde una posición despolitizada, donde no existan diferencias de fondo, donde todos queremos lo mismo y el único debate es el cómo lograrlo.
Desde mi punto de vista existen buenas razones para estar contra el lucro en la educación, razones que por cierto son parte del sentido común de un sector mayoritario del estudiantado. Por una parte, hay una razón ideológica, de carácter anticapitalista (¡qué horror!). Por otra parte, hay argumentos de peso para pensar que la existencia de lucro puede dificultar la capacidad de nuestro sistema educativo de asegurar calidad.

A las personas de izquierda, en general, no nos gusta el capitalismo, sobre todo nos desagrada el mecanismo que explica su desarrollo. Es decir, no aceptamos que la lógica de beneficio y ganancia personal sea la mejor entre todas las formas posibles en que la humanidad pueda organizarse. Somos tercos y pensamos que sería viable, y mejor, un orden social que se basara en los principios de comunidad, cooperación y solidaridad. Dicho esto, que es parte importante de nuestra ideología, muchos reconocemos en el capitalismo, en particular en el mercado, una capacidad aun sin alternativa de organizar una porción considerable, diría mayoritaria, del quehacer económico de nuestra sociedad.
Así, bajo el prisma de una ideología de izquierda resulta directo tratar de restringir el espacio de acción del mercado, y sus lógicas de enriquecimiento personal como motor de desarrollo, a los sectores de la economía en los cuales no parece existir una mejor alternativa, donde este constituye un mal menor. De esta manera, la pregunta que cabe hacerse en el debate presente es: ¿constituye el afán de lucro una característica indispensable para el aseguramiento de calidad en el sistema de educación chileno? La respuesta, basada en la evidencia (pues la realidad tiene un rol importante incluso para los desquiciados que tenemos ideología), es claramente negativa.
En Chile las mejores universidades, privadas y estatales, no tienen fines de lucro, lo que en nuestro contexto significa respetar la ley. En Estados Unidos, que se suele indicar como un ejemplo donde la educación privada ha logrado altísimos estándares, muchas de las universidades de mayor prestigio son privadas, pero tales universidades son justamente lo opuesto a un negocio, los privados en vez de sacar rentas de ellas dan suculentas donaciones que permiten llevar a cabo investigaciones al más alto nivel. Es una lógica opuesta al lucro lo que permite el desarrollo de estas universidades. A su vez, existe en el contexto escolar internacional un sinnúmero de experiencias exitosas que no tienen el lucro como motor de su desarrollo.
Por otro lado, como hemos dicho, el afán de lucro puede dificultar el aseguramiento de calidad. La razón es simple, para que una universidad o colegio cuyo interés sea el lucro tenga buena calidad se requiere que la regulación del Estado y la presión de la demanda logren que aun cuando al dueño del establecimiento le gustaría retirar todos sus ingresos como utilidades este no pueda hacerlo pues aquello le significaría perder la acreditación o bien quedarse sin demanda (a esto llamaremos disciplinar la oferta). Pues bien, no es difícil imaginar como ambos mecanismos son sumamente débiles en el caso de la educación. Por una parte, las familias tienen muy poca información de la calidad de lo que están recibiendo, entre otras cosas pues ésta no será evaluada hasta haber terminado su carrera, hagamos lo que hagamos nunca le podremos dar a la familia suficiente información como para lograr que la demanda efectivamente discipline a la oferta.
Por otra parte, la experiencia chilena ha demostrado los múltiples problemas que puede tener un sistema de acreditación. El sistema de acreditación chileno puede y debe mejorar (pues se requiere para todas las instituciones, las que lucran y las que no), pero hay muchas razones para pensar que no será suficiente para disciplinar a la oferta: se necesita una capacidad inexistente para acreditar a todas las carreras (pues hay universidades buenas en algo pero muy malas en otras áreas); no es claro que es lo que se debe acreditar (¿calidad, coherencia institucional, pertinencia?) y aunque se sepa, acreditar un aspecto permitirá que los dueños con afán de lucro puedan extraer utilidades debilitando las áreas menos relevantes para la acreditación; los acreditadores son agencias que obviamente provienen de las universidades (y no creo que haya otra manera) lo que se presta para tráfico de influencias y corrupción, etc.
En otras palabras, dada la tremenda complejidad del bien educación parece poco creíble que dos establecimientos con el mismo potencial, pero uno con afán de lucro y otro sin, vayan a lograr los mismos niveles de calidad: el carácter de los controladores del establecimiento sí importa. A menos que pensáramos que los potenciales controladores que sí tienen afán de lucro tuvieran un mayor talento para manejar instituciones educacionales, cuestión que no tiene ninguna base lógica ni empírica.
Los estudiantes, algunos desde una ideología de izquierda otros simplemente desde su sentido común, no quieren que las lógicas capitalistas dominen los colegios y universidades donde ellos estudian. Desean ser formados en ambientes donde el objetivo último sea su desarrollo y el desarrollo del conocimiento en general, no quieren confiar sus deseos de surgir y aprender a personas que les darán una buena educación en la medida que se vean forzados por la regulación y los mecanismos de mercado.
Los estudiantes tienen buenas razones para pedir lo que piden, ¿alguien los escuchará?
* Estudiante PhD en Economía, UPenn.
Extraido de El Post
Título Original: «Fin al lucro»

¿Vendamos Chile?, ¡Pero que parezca un accidente!

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